
Este 5 de Septiembre, conmemoramos no solamente la masacre del Seguro Obrero de 1938, ocurrida en el centro mismo de la Capital de Chile, Santiago. Conmemoramos digo, pero es más bien un recuerdo amargo tanto por lo cruento del hecho, como por su contexto. Nos referimos a un contexto político, social y económico, que pasados ya 82 años, en contraste con las actuales circunstancias que vive nuestro país, nos demuestra que de poco o nada nos ha servido conmemorarlo y por consiguiente, estudiar la historia de sus hechos. Es muy posible que al no habernos dado el trabajo de comprender el Proceso Histórico bajo el cual ocurrió la masacre, restaramos la importancia debida a reconocer con cuanta ingenuidad fuimos traicionados. Hoy transcurridos los 82 años ya mencionados, habiendo las diferencias extructurales propias del paso del tiempo, nos negamos torpemente a identificar aquellos actores comunes a ambos periódos y que coludidos con poderes extranjeros vuelven a buscar el sometimiento por la fuerza, de aquel impulso vital y místico que nos identifica como chilenos. Liberales, siempre los mismos, gestores de las izquierdas y las derechas traidoras, que incluso incorporados en las filas castrenses de 1938 y de este 2021, olvidan que el primer deber social de un individuo, lo constituye la lealtad natural que se debe para con la Nación en su conjunto. Ahora, cuando la derecha liberal clama a «los bien nacidos», para que ocupen su lugar contra la izquierda liberal-progre, esta misma izquierda llama a refundar Chile, pese a que sus ideólogos ni siquiera aceptan la existencia de nuestro país. El clásico discurso de llamado al orden, efectuado por los liberales de derecha, aún cuando desde si y su propuesta de modelo ha nacido el desorden imperante, adorna junto a la izquierda liberal el discurso que estos últimos realzan en base a resentimiento. Pero no nos engañemos, ambos supuestos bandos nos rechazan desde lo más profundo de su ser, por ser contrarios a la tradición y por explicar solo desde el punto de vista materialista las causas de nuestra disgregación. Con esto necesito volver a nuestros recordados camaradas en el Seguro Obrero, pues contra lo que ellos se levantaron no sería la obvia crisis del modelo en aquel entonces, sino bien contra un largo y sostenido proceso de decadencia ya evidenciado en la Revolución de 1891. Hoy por hoy esa misma decadencia, manifiesta con el quiebre institucional de 1973, emerge purulenta pretendiendo arrastrarnos a luchar en trincheras equivocadas. Seamos claros, no es el modelo demoliberal el que se ve en peligro, sino que nuestra libertad. El modelo sabrá sacar provecho de el resultado en el plebiscito de Octubre pasado y esto lo señalo pues tengo claro que una planificación deconstruccionista como la que se manifiesta en el presente, ya debería tener incluso su propuesta de contitución redactada… O pensarón realmentre que los Comumistas estarían improvisando? Peor aún, realmente pueden creer que será la derecha liberal la que salve a nuestra Patria?
No cometamos nuevamente errores como de no saber reconocer a nuestros enemigos, o de esperar a que se produzcan los cambios, sin nuestra real participación. «Seamos motivo de canto para los Hombres que vendrán».
Mauricio Olivares Tobar
Ediciones Boca del Lobo.

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