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Testamento Político de Adolf H.

Testamento político de Adolf Hitler, del 29 de abril de 1945 Adolf Hitler

Mi Testamento Político

Desde que, en 1914, puse mis modestas fuerzas como voluntario al servicio de la Primera Guerra Mundial impuesta al Reich, han transcurrido más de treinta años. Durante estos tres decenios, en todos mis pensamientos, actos y en toda mi vida sólo me han movido el amor y la lealtad hacia mi pueblo.

Ellos me han dado la fuerza necesaria para tomar las más difíciles decisiones que haya tenido que tomar cualquier mortal. Durante estos tres decenios, he gastado mi tiempo, mi energía y mi salud. Es falso que yo o cualquier otra persona en Alemania quisiera la guerra en La querían y la instigaban exclusivamente los estadistas internacionales que, o bien eran de ascendencia judía o trabajaban a favor de los judíos. Son demasiados los ofrecimientos de limitación de armamento que hice y que el mundo no podrá seguir desmintiendo durante toda la eternidad, para que deba recaer sobre mí la responsabilidad por el desencadenamiento de esta guerra. Nunca deseé que, después de la primera y funesta Guerra Mundial, hubiera otra contra Inglaterra o contra Norteamérica. Pasarán siglos, pero de las ruinas de nuestras ciudades y monumentos seguirá brotando, renovado, el odio contra el pueblo que, en última instancia, es el responsable de todo esto: |el judaismo internacional y sus secuaces!

Tres días antes de que estallara la guerra germano-polaca, propuse al embajador británico en Berlín una solución de los problemas germano-polacos: similar a la del Sarre, bajo control internacional. Tampoco este ofrecimiento puede ser desmentido. Fue rechazado, porque las altas esferas de la política inglesa querían la guerra, debido, en parte, a los grandes negocios que esperaban realizar y, en parte, a la propaganda montada por el judaismointernacional. No he dejado lugar a dudas de que si los pueblos de Europa vuelven a ser considerados sólo como paquetes de acciones de estos conjurados de las finanzas internacionales, la responsabilidad será también de ese pueblo que en realidad es el culpable de esta criminal refriega: los judíos. Tampoco he dejado a nadie en la duda de que esta vez no sólo morirán de hambre millones de niños europeos de los pueblos arios, no sólo sufrirán la muerte millones de hombres adultos y no sólo arderían y morirían destrozados por las bombas cientos de miles de mujeres y niños en nuestras ciudades sin que el verdadero culpable pague su culpa, aunque por medios más humanos. 1

1 Hitler con sus compañeros de compañia (derecha) y su perro, I Guerra Mundial

Después de una lucha de seis años que, a pesar de todos los contratiempos, pasará a la Historia como el más glorioso y valeroso exponente de la voluntad de supervivencia de un pueblo, no puedo abandonar la ciudad que es la capital de este Imperio. Dado que las fuerzas son ya muy escasas para seguir resistiendo el asalto enemigo en este punto y la resistencia propia está siendo progresivamente deteriorada por el elementos tan obcecados como inconsistentes, quisiera unir mi suerte a la que han seguido millones de seres, quedándome en esta ciudad. Por otra parte, no quiero caer en manos de los enemigos que, para divertir a sus masas soliviantadas, necesitan un nuevo espectáculo montado por los judíos.

Por lo tanto, he decidido permanecer en Berlín y buscar la muerte en el momento en que crea que la sed del Führer y Canciller no puede seguir siendo defendida. Muero contento, pensando en las inconmensurables gestas realizadas por nuestros soldados en el frente, por nuestras mujeres en el hogar, las hazañas de nuestros campesinos y trabajadores y el arrojo de nuestras Juventudes, que llevan mi nombre, sin parangón en la Historia. El que yo les dé las gracias de todo corazón es algo tan natural como mi deseo de que en modo alguno abandonen la lucha sino que dondequiera que sea la continúen, contra el enemigo de la patria, fieles a los principios de un gran Clausewitz. Del sacrificio de nuestros soldados y de mi propia comunión con ellos hasta la muerte, ha de germinar un día en la Historia alemanala semilla de un esplendoroso renacer del movimiento nacionalsocialista y, con él, la realización de una verdadera comunidad de pueblos. Muchos hombres y mujeres valerosos han decidido unir su destino al mío hasta el final. Yo les he rogado y, finalmente, ordenado que no lo hagan y que sigan empeñados en la lucha de la nación. Pido a los jefes de los Ejércitos, la Marina y la Luftwaffe que consoliden por todos los medios el espíritu de resistencia de nuestros soldados, en el sentido nacionalsocialista y recalquen especialmente que yo mismo, fundador y creador de este movimiento, he preferido la muerte a una cobarde claudicación e, incluso, a una capitulación.

Ojalá un día forme parte del concepto del honor del oficial alemán —como sucede ya en nuestra Marina— el que la cesión de un territorio o una ciudad es imposible y que los jefes deben ir delante, dando brillante ejemplo en cumplimiento fiel de su deber, hasta la muerte.

SEGUNDA PARTE

Antes de morir, expulso del Partido al antiguo Mariscal del Reich HermannGoring y le despojo de todos los derechos que pudieran derivarse del decreto de 29 de junio de 1941, así como de mi declaración hecha en el Reichstag el 1° de septiembre de 1939. Nombro en su lugar al gran almirante Donitz presidente del Reich y jefe supremo de la Wehrmacht. Antes de morir, expulso del Partido y de todos sus cargos oficiales al antiguo Jefe de la SS y Ministro del Interior, Heinrich Himmler. Nombro en su lugar al Jefe provincial Karl Hanke, jefe de la SS y de la Policía alemana y al jefe provincial Paul Giesler, ministro del Interior. Goring y Himmler, con negociaciones secretas con el enemigo, realizadas sin mi conocimiento y contra mi voluntad, así como con el intento, contrario a la ley, de hacerse con el poder del Estado, han ocasionado al país y a todo el pueblo alemán daños incalculables, aparte de la deslealtad que su proceder supone hacia mi persona. A fin de dar al pueblo alemán un Gobierno compuesto por hombres honorables, que cumpla con la obligación de continuar la guerra por todos los medios, nombro jefes de la nación a los siguientes miembros del nuevo gabinete: Presidente del Reich: Donitz

Canciller del Reich: Doctor Goebbels Ministro del Partido: Bormann

Ministro de Asuntos Exteriores: Seyss-Inquart

Ministro del Interior: jefe provincial Giesler Ministro de la Guerra: Donitz

Jefe supremo del Ejército: Schorner

Jefe supremo de la Kriegsmarine: Donitz

Jefe supremo de la Luftwaffe: Greim

Jefe de la SS y de la Policía Alemana: jefe provincial Hanke

Economía: Funk Agricultura: Backe

Justicia: Thierack

Cultura: Doctor Scheel

Propaganda: Doctor Naumann

Finanzas: Schwerin-Crossigk

Trabajo: Doctor Hupfauer

Armamento: Saur

Jefe del Frente de Trabajo Alemán y miembro del gabinete del Reich: ministro del Reich doctor Ley.

Aunque muchos de estos hombres, como Martin Bormann, el doctor Goebbels, etcétera, con sus esposas, por propia voluntad, se han congregado en torno a mí y bajo ningún concepto querían abandonar la capital del Reich sino que estaban dispuestos a sucumbir conmigo, tengo que pedirles que obedezcan mi requerimiento y en este caso pongan el interés de la nación por encima de sus propios sentimientos. Con su trabajo y su lealtad seguirán estando tan cerca dé mí después de la muerte como espero que mi espíritu lo esté de ellos y los acompañe siempre. Deseo que sean estrictos pero nunca injustos, que nunca tomen al temor por consejero de sus actos y que pongan el honor de la nación por encima de todo lo que hay en el mundo. Que entiendan que nuestra misión de construir un Estado nacionalsocialista representa el trabajo de siglos venideros, que obliga a cada uno a servir el interés común y supeditar a éste sus propias conveniencias. A todos los alemanes, a todos los nacionalsocialistas, hombres y mujeres y a todos los soldados de la Wehrmacht les pido que sean fíeles al nuevo Gobierno y a su Presidente hasta la muerte. Ante todo, comprometo al Gobierno de la nación y a todos los compañeros al estricto mantenimiento de las leyes raciales y a la implacable resistencia contra el veneno de todos los pueblos, el judaismo internacional. Dado enBerlín, a 29 de abril de 1945, 4:00 horas. Adolf Hitler

Testigos; Doctor Joseph Goebbels Martin Bonnann Wilhelm Burgdorf Hans Krebs

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3 comentarios sobre “Testamento Político de Adolf H.

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  1. saludos a editorial boca del lobo por su inmenso trabajo en pos de la verdad histórica! felicitaciones a su creadora y a sus seguidores por brindarnos la oportunidad de tener a disposición este invaluable material! saludos y feliz año nuevo a todos los que sabemos la verdad!

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  2. saludos a editorial boca del lobo ediciones por el importante trabajo que realiza desde hace años en pos de la verdad histórica! saludos a su creadora y a sus fieles seguidores mantener siempre encendida una luz de verdad en estas tinieblas democráticas que hoy vivimos todos! feliz año nuevo a todos y por supuesto Salve Victoria por todos lo que han dado su vida luchando por el Fuhrer!

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